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Historia de Nathalia Orozco
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Nathalia Orozco Espitaleta, desde su infancia atraviesa por diferentes situaciones familiares, escolares afectivos y en su juventud una relación sentimental que la marca profundamente , ayudando  a construirse como mujer.

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Nathalia Orozco Espitaleta

En el año 1994 en la ciudad de Cartagena Colombia nace a quien hoy día se le conoce como Nathalia Orozco Espitaleta. Se me identificó con el género masculino por mis características físicas y biológicas.
Crecí en una familia conformada por padre, madre y cuatro hermanos, entre ellos soy la menor. Era un hogar complejo, donde se presentaba violencia intrafamiliar, esto hizo que me sintiera vulnerable a los cinco años, experimentando diferentes situaciones de abuso que se incrementaron por expresar gustos diferentes al resto de los niños.
La escuela a la que asistía era un lugar incluyente, encontrando variedad de personas, siendo acogedor para los niños, niñas y jóvenes en condición de discapacidad y desmovilizados.
A la edad de diez años, mis diferencias con relación a los otros niños se notaron más, me inclinaba a estar con las niñas, no lograba entender porque se me hacía más fácil comprender el sentir humano desde el punto de vista femenino, antes que responder a las demandas sociales de ser hombre. Recibí burlas y agresiones, esto hizo que me hiciera muchas preguntas, por ejemplo, ¿Está mal sentirme como una niña? ¿Por qué esto es un motivo para que me excluyan de diferentes grupos?
Por lo anterior, comencé a interactuar con los niños, era inevitable el rechazo por no saber jugar fútbol o jugar al que tuviera más fuerza. Me consideraban una persona delicada ante ellos, siendo agredida física, sexual y psicológicamente, dentro y fuera de la escuela.
a pesar de afrontar estas conductas negativa dirigidas a mí, me atribuían la culpa “solo por ser diferente”.
En la adolescencia mi padre me manifestó que no veía en mí las cualidades necesarias para ser el hombre de la casa, por tal motivo deje de lado, mis prioridades por cumplir con las expectativas de mi familia. Ante la búsqueda de aceptación adopte todos los ademanes masculinos posibles como forma de sobrevivir en mi hogar y mi escuela.
Al finalizar mi bachillerato sin pensarlo dos veces me inscribí para ser suboficial naval, para hacer sentir orgullosos a mis padres, pero termine por retirarme justo antes de ingresar y sentí que había defraudado a mi familia.
Al pasar un año se abrieron las inscripciones para estudiar psicología en la fundación universitaria tecnológico Comfenalco, creyendo que por estar rodeada de futuros psicólogos iban a entender mi condición, pero para sorpresa mía, no era bien visto por todos, jamás oculté que era una mujer transgénero y en primer semestre decidí compartirlo con mis compañeros y fue liberador.
Conocí muchas personas diversas como yo , haciendo grandes amistades y apoyo para con nosotras.
De igual manera busqué ayuda psicológica intentando avanzar en mi proceso como mujer trans, desafortunadamente no todos los profesionales en el área de salud mental trabajan el tema y piensan que solamente es una confusión de la vida. Comencé a escuchar por parte de ellos palabras hirientes como “ mejor monta una peluquería” “¿no te da pena ser eso?” “¿por qué mejor no aplazar el semestre hasta que estés definida?”.
En la universidad cambie de jornada académica, para estudiar con personas adultas tratando de buscar un poco de paz y tranquilidad, pero no fue así, en ese momentos entendí que todo seguiría igual; así qué, compré ropa de mujer para ir construyéndome, pero mi madre al darse cuenta la quemó. No tenía para vestirme, opte por usar de nuevo ropa masculina porque no tenía dinero.
Mi vida sentimental nunca fue algo importante para mí a pesar de ser considerado para muchas personas atractivo como varón, pero yo quería que me vieran como una chica hasta que conocí a una persona que se enamoró de mí y no de mi sexo. Esta relación era algo nuevo y deslumbrante para mi. Él me alentaba demasiado a luchar y seguir, y se dio un amor sin prejuicios y etiquetas. Todo parecía tan perfecto hasta que llegó la tragedia. Un día desperté y esa persona había muerto en un accidente, recuerdo ver mi cuerpo paralizado en un hospital por la noticia y a mis padres a mi lado, esto hizo que se solidarizaron conmigo y entendieron que mi relación era formal y que pude ser yo quien estuviese muerta. Mis padres comenzaron a expresarme su amor a cada minuto, sentí que me amaban tanto que aceptaron mi decisión de expresarme como mujer.
Después de lo sucedido me enfoque en dedicar tiempo en mis proyectos y a crecer como persona, que ya no tenía más nada por lo cual sentir miedo. Aquí comienza mi proceso como Nathalia Orozco Espitaleta, nombre inspirado desde escritos y reflexiones con lo que me identificaba, soñaba con recibir el diploma de pregrado en psicología con mi nuevo nombre y comencé por legalizar mis papeles.
Hoy día el nuevo reto es conseguir un empleo, porque algunas personas les cuesta creer que una mujer Trans sea profesional.
Ojala este escrito pueda romper con todos los miedos que hoy nos embarga a las personas que nos auto identificamos como Transó, ya Basta de tener miedo y salir a las calles a luchar.

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